viernes, 5 de enero de 2024

Navegando por aguas contaminadas

Sin tener en cuenta la influencia que ejerce la atracción de la apariencia física de los individuos, el nacimiento de una amistad depende de un encuentro cara a cara. Una prueba de ello —muy común hoy día—, es que las personas que buscan parejas o amistades en la redes sociales de internet, terminan sentados frente a frente en un restaurante. Y es lógico que así sea. Las feromonas de nuestro cuerpo se activa al estar uno cerca de otro. Después, de ser percibida por ambos, se desencadena una atracción mutua, ya sea social o sexual, modificando nuestro comportamiento.


De ser así, ¿qué nos atrae para tener «amigos electrónicos» sin contacto físico?


Si excluimos los grupos políticos, culturales o económicos, etc., con los mismos intereses, entonces ¿es la banidad la que nos impulsa a tener amigos con los que nunca hemos compartido ni una mirada cómplice ni un café? Pienso que sí. La mayoría de los artistas tiene una excesiva necesidad de admiración, son narcisistas por naturaleza, necesitan del aplauso, del elogio para ser felices. Tal vez, sean muy banidosos, pero se diferencian bastante de «famosos» y algunos atletas; por ejemplo, los del futbol.

Visitemos un estadio lleno de espectadores: Un deportista le da una pata a la pelota y entra en la portería contraria. Se escucha un gigantesco grito: ¡¡¡Gooooolf!!!, que retumba por todas las gradas. Independiente del éxito del golf, los oídos del atleta solo perciben el sonido de los millones cayendo en su alcancía. Luego, hará uso de ellos mostrando su banidad en las redes sociales. Veremos su hermoso super yate, su inmensa mansión a la orilla de la playa retratado con su chica semidesnuda para «enriquecer» el paisaje, y contemplaremos «toda su felicidad» en fotos que dan pura «envidia».

El artista solo necesita un elogio para ser feliz. Los creadores, artistas plásticos y escritores en general, aunque también son banidosos, no exhiben sus obras para ser «envidiados», buscan solo un aplauso.


Comparemos al atleta con un cantante.


Imagina que estás en un lujoso teatro, lleno de lámparas colgantes con muchas luces. Entrar en escena el artista. Se escuchan fuertes aplausos y gritos histéricos de las chicas que estremecieron hasta las butacas. Comienza cantar acompañado de una exitosa y afamada orquesta sinfónica y su grupo de rock. Termina de cantar y nadie lo aplaude. Silencio total. Una inmensa frustración recorrerá su cuerpo aunque le hayan pagado millones dólares por cantar.


Facebook, un río contaminado


Facebook es como el rio Missippi por el que transitan miles de barcos diariamente. Se diferencian en la contaminación. El río Facebook está contaminado de intrascendencia, insignificancia, banalidad, superficialidad, frivolidad, nimiedad, futilidad, irrelevancia... y de chicas que muestran sus cuerpos semi desnudos o completamente desnudas y, algunos llamados Grupos Privados, publican pornografía


Pero, pero... si tienes un objetivo comercial o social, tendrás que soportar la contaminación y adaptarte a las «nuevas tecnologías» y navegar por el río Facebook como si lo estuvieras haciendo por el Missippi, siempre evitando, que al casco de tu barco, no se adhieran inmundicias y atracando en puertos sin trivialidades. Reconozco que la navegación por este río es muy difícil y peligrosa por los riesgos de contaminación.


El por qué de correr riesgo

Conociendo, que son millones de navegantes diarios utilizan el río de Facebook, dos veces decidí aceptar el riesgo y diseñé un perfil con el propósito: promover la venta de mis libros. Luego, aparecieron «viejos» amigos, comenzaron las «chacharas», y trajeron al presente, viejos recuerdos de travesuras que no se pueden contar. Más tarde, se comunicaron conmigo, mis primos, primas, sobrinos y sobrinas, tíos y tías que están dispersos en diferentes sitios del planeta tierra. Luego vinieron las y los «amigos electrónicos» con intereses comunes en la plástica y la literatura. Hasta ese momento, todo iban bien. Y la venta de los libros, era lenta, pero funcionaba.

Más tarde, recibí solicitudes de amistad de gente que no conozco y sin ninguna afinidad con mi trabajo o mis libros. Las acepté; tal vez, por la curiosidad de aprender más de la banalidad de la gente y por el parecido con mi personaje ficticio de Carmena. Tiempo después, noté que ninguno de ellos habían hecho un simple comentario de los escritos que había publicado. Estos «desconocidos amigos», se limitan a aumentar su número de amigos para exhibir, tal vez, su banidad en fotos o cosas por el estilo y, en algunos casos, he visto que sus perfiles están contaminados, ¡vaya usted a saber de qué!


Estoy convencido que el acceso a las nuevas tecnologías de forma masiva, ha producido el «destape mundial» de todos de contenedores de reciclaje de basura... y un poco más.


Propósitos definidos

Antes de tirar, por segunda vez, mi barco a las aguas contaminadas del río de Facebook, creé el Blog Portafolio de Libros (portafoliodelibros.blogspot.com) con el mismo objetivo, vender libros y promover los libros que diseñaba de otros autores cubanos. Hasta ahora, ha funcionado bien, con más de 16.000 visitas.


Como la banidad es un virus que contamina a toda la especie humana, y yo no soy la excepción. Y hice uso de ella para comparar mis propósitos infantiles con los de vender libros en Facebook. Si tengo éxito o no, lo sabré después.


Todo mis objetivos de niño tuvieron un resultado útil. Recuerdo a mi tía Jacinta decirle a mi madre.


—Hermana, esos niños tiene que ir a la escuela. No pueden seguir «mataperriando» por las calles sin estudiar.


Recién habíamos regresado a Regla después de varios años viviendo en Lawton y aún no estamos matriculados en una escuela. Mi tía, con la influencia que tenía en la sociedad, habló el director de una escuela privada y acordaron un plan para integrarnos a las aulas aunque el curso ya había empezado. El problema fui yo. Por mi edad, debía estar en cuarto. Así, que hicieron un programa de estudio acelerado. Debía estar un mes en el primero, dos en el segundo, dos en el 3ro. Pero, al tercer mes, ya estaba en aula de 4to-5to.


Varia veces le solicité al director que me examinará los tres primeros grados para ahorar tiempo. A mucha insistencia mía, hablaron con mi tía, y acordaron poner a prueba mis conocimientos. Aprobé todos los exámenes oficiales para asombro del director, los profesores y de mi tía. Durante dos meses, estuve estudiando intensamente y me aprendí todas las asignaturas sin ayuda de nadie.


A los once años comencé a pintar motivado por una disputa con mi tío, un afamado artista plástico. A los catorce, publiqué mi primera caricatura. Le reclamé al director del periódico que solo me había pagado $8.85 por ella y me dijo: —Antes de hablar de dinero, piensa en ser un mejor artista y verás como te llegan los pesos a tu bolsillo. Me propuse ser uno de los mejores caricaturistas de Cuba y lo logré.


Ahora, he desecho este segundo «un nuevo propósito», cuando lo cree, esperaba que no hubiera sido algo infantil, navegar en Facebook sin contaminarte con la banidad y promover mi obra. Es una puesta difícil y complicada, porque a los «amigos electrónicos» les gusta, además de las creaciones, quieren ver y conocer al artista en fotos pewrsonales, y caí en la trampa de la banidad.


No es posible jugar a beisbol sin un bate y una pelota. Tenía el bate y la pelota para iniciar el juego. Lancé mi barco al río sin ataduras impuestas por la sociedad, respeto la ética de las relaciones personales y dejo al libre albedrío las decisiones de cada uno. No cuestiono la desnudez, siempre que no atente contra la moral de otros. Cada uno es soberano hacer lo que desee, pero nada de eso sirve en Facebook.


Ya mi barco navegó por esa aguas contaminadas de Facebook hasta que se hundió infestado por los virus de la frivolidad y la banidad.


Luis García Fresquet

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