El centauro, en la mitología griega, es una criatura con la cabeza, brazos y el torso de un humano y el cuerpo y las patas de un caballo. Las hembras son llamadas centáurides.
Zecharia Sitchin trabajó durante muchos años para traducir las tablillas sumerias. Según él, es una autobiografía de un alienígena llamado Enki del planeta Nibiru. En las tablas sumerias pueden leerse representaciones de la vida cotidiana asociada con el cosmos. Los sumerios adoraban a un dios de donde provenían sus creadores, llamados Anunnakis, que en sumerio significa, «los que vienen del espacio exterior».
La historia de los sumerios en la Tierra, comienza con la llegada de Enki y 50 alienígenas más. Venían a buscar oro o polvo de oro para poder reflejar la radiación ultravioleta que les permitiera perpetuar la vida en su planeta Nibiru. Pero, los sumerios no fueron capaces de soportar el trabajo físico. Enki entonces creó sirvientes para la extracción del oro, combinando el ADN con los homínidos de la tierra.
Si estamos de acuerdo con las traducciones Sitchin, los sumerios fueron los primeros en crear criaturas antropomórficas utilizando la ingeniería genética. Aunque las tablas sumerias no se menciona a los centauros, los sumerios podrían haber sido sus creadores. De ahí, se deduce, que los griegos vieron los centauros y los metieron en sus historias mitológicas. Pero, si los sumerios no crearon a los centauros genéticamente; entonces, el centauro fue creado mediante el trasplante parcial de un hombre a un caballo utilizando un procedimiento quirúrgico. De hecho, podríamos afirmar que los centauros fueron los primeros «trans» de nuestro planeta.
No está documentado por lo que no hemos podido confirmar que, si fue el hombre que no se sentió "plenamente identificado" con sus piernas y con sus genitales de hombre, que le asignaron al nacer o fue el caballo que no le gustaba su cabeza ni su nariz de caballo. Pero, esto no viene al caso.
Por supuesto, existen características diferentes, físicas y de indentidad, entre los «transcentauros», las «transcentáurides» y las «criaturas antropomórficas» del Siglo XXI.
Podemos indentificar un aminal a simple vista. Si vemos un caballo o una vaca o un perro, estamos mirando a un caballo, una vaca o un perro. Lo mismo ocurre con los «transcentauros» y «transcentáurides», podemos indentificarlos solo con observarlos. Pero, no sucede lo mismo con las «criaturas antropomórficas del siglo XXI».
Para resolver este problema de indenficación física-visual, las «otras criaturas antropomórficas» acuden a un remedio infalible: a un disfraz de mujer u hombre, se agregan silicona en las tetas, hormonas para barbas, etc, etc. Luego, ursurpan la "identidad" que le asignaron al nacer a una mujer u un hombre. Y todo resuelto. Oculto bajo el disfraz, ya son «trans».
Es aquí donde los «transcentauros» le llevan la delantera, un «centauro», es un «transcentauro» a simple vista.
