domingo, 12 de diciembre de 2021

La globalización del Chisme

Según la Real Academia Española, chismear o cotillear es hablar o contar “algo” con indiscreción o malicia de alguien o de sus asuntos.

Para mi tía Jacinta esa definición no aplicaba para ella aunque siempre estaba atenta a todos los “eventos” que ocurría en el pueblo. En especial, los que se podía visualizar a través de las persianas de la ventana de su casa que daba a la calle sin que la pudieran ver.

La ventana era su principal punto de observación, aunque no era el único.

Por las tardes, Carmena venía a visitar de tía Jacinta. Ella y mi tía se sentaban en los cómodos sillones de madera y mimbre en la sala de casa. Abrían las dos puertas que dan a la calle para contemplar toda la cuadra y el parque con la estatua de un hombre desnudo sosteniendo una mandaria delante de su cuerpo dejando ver su miembro viril. De ahí, que se ganara un nombre con doble sentido: El Parque de la Mandaria.

Diariamente, ambas amigas, intercambian información de “todas las incidencias” ocurridas durante la mañana. Para mi tía “espiar” era un “hobby”, un pasatiempo para alejar la soledad y la tristeza en que vivía. Para Carmena, una mujer con una lengua muy larga, “espiar” era su fuente de vida. Disfrutaba divulgar por todos los “por menores” del barrio. Tan pronto hacía su entrada en la bodega de mi tío, el gallego Rogelio, soltaba el primer “chisme del día” como quien no quiere decir nada diciéndolo.

El chisme, tiene su propia caja de resonancia, se difunde a la velocidad de un rayo entre los vecinos, pero se queda atrapado entre las dos aceras de la calle donde vive mi tía Jacinta y Carmena. Nunca sus chismes viajaron a otros pueblos vecinos... hasta que aparecieron los “teléfonos inteligentes”, con su internet y las app de las redes sociales para expandir “el chisme de día” y, principalmente, la vanidad de la gente a nivel mundial.

Mi tía Jacinta estaba felicísima con su iPhone. Dejó de mirar a través de las persianas y se pasaba la mayor parte de la noche en su habitación “chateado” con sus amigas de Facebook. Por las tardes, iba al Parque de la Mandaria, desde allí, fotografiaba todo lo que ocurría a sus alrededores. Luego, enviaba las fotos a su amigas de Facebook con su correspondiente comentario.

Mi tía disfruta a plenitud la vanidad que lucían sus amigas y “seguidores” que mostraban su excesivo afán de ser admirados exhibiendo fotos de sus viajes, en cruceros, fiestas, comidas y de sus últimas compras en las “exclusive shops”.

Para Carmena la compra de un “smartphone” fue una bendición de Dios.

¿Quién te lo dijo? ¿Lo supiste a través de Facebook o por Instagram?, eran las primeras preguntas habituales hechas por Carmena a su amiga de Nueva Zelanda o de Fráncfort en Alemania o su habitual seguidora de Ethiopia.

Carmena dejó de divulgar los chismes en la bodega de Rogelio. Ahora no tenía tiempo suficiente para contestar a sus cientos de seguidores en Facebook, Instagram, Snapchat, WhatsApp... que le preguntaban todos los días por las “incidencias del barrio”.

Carmena abrió su propio Canal en YouTube y desarrolló a plenitud su vanidad personal publicando videos y fotos del barrio. Alcanzó tanta popularidad contando los chismes del barrio, que se  convirtió en la más destacada “youtuber” del año y del “Chisme Globalizado” durante varios años seguido.

Desde entonces, mi tía Jacinta y Carmena son felicísimas contando los chismes en las redes sociales.

Luis García Fresquet
Publicado en el Blog Humor + Ego.
12-12-2021

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